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El pienso compuesto, o simplemente pienso, es un alimento para animales, constituido por una mezcla de materias primas (vegetales, animales y/o minerales) que son transformadas o no con el fin de lograr un alimento nutritivo y sano. [1]
Se utiliza también pienso de manera más genérica, como lo hace la normativa legal europea, para referirse a «cualquier sustancia o producto, incluido los aditivos, destinado a la alimentación por vía oral de los animales, tanto si ha sido transformado entera o parcialmente como si no».[2]
Cabe distinguir por un lado piensos completos, que se pueden utilizar como alimento único pues aportan todos los nutrientes necesarios para el animal, y que se utilizan sobre todo para aves, cerdos y animales de compañía. Y existen por otro lado piensos complementarios, cuyos nutrientes complementan a los del forraje que consumen caballos y animales rumiantes como vacas, ovejas o cabras.[1] A estos suplementos alimenticios para animales se les conoce también como concentrados, y en algunos casos más concretos y hechos a medida, núcleos nutricionales.[3]
Aunque cada pienso es específico de cada animal, a veces se puede usar uno de otra especie distinta. Por ejemplo, el pienso para gatos puede servir de alimento para pajarillos insectívoros como golondrinas, vencejos o gorriones (ablandándolos en agua); o perros. Sin embargo, el de perro no sirve para gatos (le falta taurina) o el de conejos no vale para cobayas (le falta vitamina C).
Las necesidades nutricionales varían según la edad del animal, el nivel de actividad o sensibilidades específicas. Durante el crecimiento las necesidades de proteínas y calcio, entre otros nutrientes, son mayores en proporción a la cantidad. Las empresas productoras de pienso han llevado al desarrollo de soluciones específicas para cada raza. Con estas fórmulas se pretende responder a las necesidades específicas en materia de nutrición.
Para la fabricación de pienso compuesto se pueden utilizar desde materias primas especialmente elaboradas con ese fin (como los cereales u otro cultivo), sustancias sintéticas (como la urea, que los rumiantes pueden utilizar para producir proteína) hasta desechos de la industria alimentaria (como peladuras de patata y otros restos vegetales o de origen animal que no tienen salida para el consumo humano). También se utilizan otras fuentes como el suero de leche, subproducto de la fabricación del queso y que puede alimentar a la misma vaca de la que proviene la leche para elaborar ese queso. La harina de lombriz también es una fuente de proteína muy buena para animales como los cerdos.
El gluten de trigo es uno de los principales ingredientes empleados en la industria de alimentos para mascotas, debido a su bajo coste económico y a sus propiedades adhesivas únicas, que permiten dar la únión necesaria y la forma a los gránulos al actuar como un pegamento.[4]
Antes de la epidemia de encefalopatía espongiforme bovina (conocida comúnmente como «enfermedad de las vacas locas»), se alimentaba a las vacas y otros rumiantes con proteínas de origen animal, Actualmente, se pueden utilizar otra vez proteínas de origen animal evitando destinarlas a la especie que las origina, y estando prohibido en rumiantes. El prion es posible destruirlo con seguridad, mediante tratamientos térmicos o de otro tipo.
Todos los piensos deben pasar unos controles para evitar que sean nocivos para el animal o los humanos que se alimentan con el animal o sus productos (leche, huevos, etc)